UN DÍA DE COMPRAS EN EL SUPERMERCADO
Enmascarado, como un vulgar
ladrón de banco,
entré en el supermercado,
descubrí el Palacio del Papel
Higiénico saqueado
y compré toallitas de bebé.
Aceleré el carro
huyendo de la cola kilométrica
en la pila de bandejas de
cervezas inglesas.
¡Ay, la prisa!
Se esfumó con la mascarilla.
No guardamos las distancias,
una cesta me comprime la nalga.
De repente, todo se detiene,
la fila, el tiempo, la gente.
Se escuchan aplausos, himnos y
música reggae,
parecen las fiestas del barrio
del año ochenta y tres.
Locura colectiva,
todos los días a las ocho a mí me
da la risa.
Aplaudo, pago, suelto el carro,
me lavo las manos.
Hoy, por fin, compré, pero se me
pasó la hora del café.
¡Qué estrés!